martes, 30 de noviembre de 2010

ORA:CLE, de Kevin O'Donnell Jr.

Carlos preguntó:

¿Conoces los motivos/problemas de que no se haya reeditado en más de 20 años la novela ORA:CLE, de Kevin O'Donnell Jr.? ¿Alguna mínima opción de verse en Bibliópolis?

El único motivo que se me ocurre es la razón por la que yo mismo no he recuperado hasta ahora esa novela: porque su anterior edición fue en la colección de bolsillo de Ultramar, y los títulos de esa colección han tenido la extraña propiedad de aparecer periódicamente en saldos durante varios lustros después del cierre de la editorial. Ahora parece que esta no-vida eterna está remitiendo, y se están empezando a reeditar algunos títulos que en su momento sacó Ultramar.

Cabría entonces la posibilidad de hacer lo mismo con ORA:CLE, pues, aunque confieso que me cuesta encontrar los ánimos para hacerlo: el proceso de publicar un libro es largo y caro, y las posibilidades de cubrir gastos en este caso son remotas. Mientras me lo pienso, roguemos por que se me adelante otro editor y me quite así la tentación (a veces funciona).

lunes, 29 de noviembre de 2010

Thomas the Rhymer, de Ellen Kushner

Mauri preguntó:

¿Tenéis pensado publicar Thomas the Rhymer de Ellen Kushner? Un saludo y gracias.

Me encantaría publicar Thomas the Rhymer, que no sólo es un Premio Mundial de Fantasía, sino también una novela que me encantó cuando la leí. Por desgracia, las ventas esperables para ese libro se situarían, estimo yo, entre las de La caída de los reyes (bajas pero no desastrosas) y El espejo de bronce (muy malas), lo que resulta insuficiente para justificar su edición. Podemos sumar ese título a los de la Bibliópolis que no fue.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Reseñas de Tríptico de Trinidad, de Carlos Gardini (y entrevista)

Han aparecido dos reseñas de Tríptico de Trinidad de Carlos Gardini, así como una entrevista al autor:

Un Tintero de Sapphire

Bem On Line

Entrevista a Carlos Gardini

De esta estupenda novela de Gardini ya recogí una excelente reseña del estadounidense The OF Blog, y en esta otra entrada de Artifex Plus la presenté poco antes de su lanzamiento.

La pregunta que se hace Juan Carlos Verrecchia ("¿es Tríptico de Trinidad una novela de ciencia-ficción o una novela fantástica?") me pareció en un primer momento un tanto superficial (aunque el propio Verrecchia le quita importancia al manifestar que puede leerse de ambas maneras); no en vano Bibliópolis Fantástica es una colección que ha tenido por bandera (con un éxito, eso sí, limitado) el hecho de no distinguir expresamente entre fantasía y ciencia-ficción.

Dado que "ciencia-ficción" es una categoría comercial (por lo demás cada vez más obsoleta como tal), me parece que las periódicas discusiones de los aficionados sobre la naturaleza del género parten de una confusión de base entre categoría literaria y reclamo de ventas: buscar el grado de "ciencia" en la ciencia-ficción, o dilucidar cuál sería la misteriosa e indirecta relación plausible entre ésta y aquélla, me parece tan fútil como elucubrar dónde puede estar el oro en los Días de Oro de ciertos grandes almacenes. (Éste y no otro, creo yo, es el sentido de la famosa boutade de Norman Spinrad: "Ciencia-ficción es lo que se publica como ciencia-ficción"; es decir, "ciencia-ficción" es una fórmula comercial, no una definición taxonómica.)

Aunque he usado el término para etiquetar muchas de las obras que he publicado, lo he hecho por su (ya digo que progresivamente más dudoso) valor de reclamo, cuando no porque facilita la identificación escueta en textos necesariamente breves (y así seguiré haciéndolo); pero mi incomodidad con él quedó manifiesta desde que evité usarlo en el nombre de la colección al crearla en 2002, y la escasa consideración que me merece la creencia profunda (aunque no muy extendida) en su singularidad absoluta respecto a otras fantasías se plasmó en la publicación de obras de esta orientación bajo el epígrafe global de "Fantástica". Si como lector no soy aficionado a distinguir entre fantasía y ciencia-ficción, como editor he procurado emborronar todo lo que he podido lo que se percibe como frontera entre los géneros; pues las fronteras no sólo son líneas de separación, sino también (y quizá sobre todo) áreas de contacto.

Sin embargo, la pregunta de Verrecchia me sugirió una intrigante posibilidad: creo que tiene razón, y que Tríptico de Trinidad puede leerse, efectivamente, como fantasía, ciencia-ficción o una mezcla de ambas, y esto no por que se pueda argumentar su pertenencia a uno u otro género (cuyas fronteras, ya digo, me encanta considerar eminentemente violables) o que constituye una hibridación de ambos (pues no puedo calificar como producto de ningún mestizaje aquello que reune características de dos géneros que no considero esencialmente separados), sino por la interesantísima cuestión de los protocolos de lectura.

Me refiero con esto al bajage de experiencias previas, acervo cultural, modos de empleo y expectativas que cada lector trae a la lectura del libro. En su forma desnuda, el texto exige un tiempo de lectura para que el lector decida qué protocolos aplicar; para algunos lectores, entre los que me incluyo, ésa puede ser la etapa más deliciosa de una lectura: cuando no se sabe lo que se está leyendo, pero se sospecha (y a menudo hay grandes obras que juegan sabiamente con estas expectativas, para nuestra mayor diversión); para otros, estas dudas son un incordio: se reconoce fácilmente a estos lectores porque suelen calificar los libros de "confusos" y admiten francamente que "no son lo que se esperaban" (lo cual es siempre un defecto achacable al libro, claro).

No obstante, el lector rara vez llega al texto en su forma desnuda (aunque Dios sabe que sería lo ideal); por diversas razones (la más importante de las cuales es la comercial -vender el libro, y rápido-, aunque hay otras -por ejemplo, proteger el interior relativamente frágil-), los editores vestimos el libro con una cubierta que no sólo incluye textos que clasifican la obra más o menos burdamente para su pronta identificación, sino que cuenta además, de modo muy decisivo en los géneros populares, con una ilustración lo más grande, atractiva y colorista que se pueda.

Con frecuencia, este reclamo es el elemento decisivo en la compra del libro (sobre todo si el autor no es previamente muy conocido). Y por tanto, al encargar la ilustración (o al comprarla de archivo), el editor ya está seleccionando cómo prevé vender mejor el libro en cuestión. (En mi caso, esta consideración se ve a menudo eclipsada por esta otra: qué ilustración conviene mejor al libro... una vez leído. Esto es un error, no hace falta decirlo, producto de leer personalmente las obras que publico -en la traducción, cuando el original no está en un idioma que maneje- y de la felicidad que me produce colaborar con ilustradores en lugar de comprar imágenes ya hechas.)

Hagamos ahora este experimento mental: imaginad que en lugar de la fabulosa ilustración de Alejandro Terán para Tríptico de Trinidad (en la que se ve una ciudad imaginaria de reminiscencias orientales batida por un mar bravío y cubierta por un misterioso arco hacia el que se alza una torre de luz), hubiera encargado para esta misma novela una ilustración con aire de space opera que mostrase el universo de bolsillo en cuyo centro está la ciudad de Trinidad, que visto desde fuera tendría una cierta semejanza con una esfera de Dyson. Dicha ilustración acentuaría necesariamente el transfondo del espacio tachonado de estrellas y nebulosas, subrayaría la apabullante escala del gigantesco objeto que estamos atisbando, e iría acompañada de una rotulación que no dejaría lugar a dudas: estamos ante una novela de ciencia-ficción. (Una versión más burda de esta opción, empleada a menudo aún hoy, es comprar una imagen de archivo donde salga una nave espacial, cualquier nave espacial, venga o no a cuento.)

¿Qué habríamos conseguido con esto? Sin duda, algunos lectores que no se han acercado a esta novela se la habrían leído (yo conozco personalmente a un puñado) y, armados de los protocolos de lectura de la ciencia-ficción, la habrían disfrutado en alguna medida (me atrevo a decir que puede que mucho), pues habrían encontrado dónde enganchar sus expectativas, y los elementos que no respondieran a éstas los habrían recibido como agradables variaciones sobre un tema familiar. (Me puedo imaginar perfectamente Tríptico de Trinidad publicado de esta forma en alguna de las colecciones clásicas -pongamos Nebulae de Edhasa o Super Ficción de Martínez Roca, con la consiguiente adaptación a su estilo de ilustración- y siendo recordado hoy en día con nostalgia por los aficionados como aquella historia emocionantemente extravagante de aquel argentino que derrochaba imaginación. Hasta puedo oírlos: "¡Ya no se escribe ciencia-ficción como aquélla...!". Y no digamos si hubiese originado una versión en cómic de Juan Giménez o Moebius: el acabose.)

No obstante, dadas las limitadas perspectivas comerciales que tiene actualmente la ciencia-ficción etiquetada como tal, identificar de esta forma Tríptico de Trinidad habría sido un ejercicio inútil de "sabotaje creativo", que es la denominación que doy al acto subversivo que se produce cuando, por ejemplo, un montón de lectores se compran un libro esperando una novela rosa de tintes conservadores con vampiros amaestrados, ¡y se encuentran esa obra maestra sobre la naturaleza humana y del depredador que es El tapiz del vampiro! (Los citados lectores lo llaman de otras maneras, que a menudo incluyen referencias a mi señora madre.)

¿Cabría hacer el mismo experimento con la forma más comercial de la fantasía (si descartamos el juvenil, del que poco sé), es decir, la fantasía épica? Por supuesto. Desechando de entrada la fácil opción de comprar una imagen de archivo con los elementos de moda (esta temporada se llevan los encapuchados con aire misterioso o directamente criminal), Tríptico de Trinidad nos provee de elementos de sobra para encargar una ilustración que incline la balanza de la identificación en este sentido.

Como es una obra con protagonismo repartido, tenemos varios posibles motivos para el protagonista de la ilustración: puede ser Séptimo, en forma de un viejo militar de aire mercenario, posiblemente con el rostro surcado por una cicatriz, que en su edad madura ha alcanzado el rango de hombre de estado y que ahora debe volver a la acción para salvar a la Ducásima, su señora y, en secreto, su vieja amante; o Saulo, el proverbial joven elegido, educado en un monasterio y reclutado para una búsqueda mistérica, al que no sería difícil retratar como (encapuchado) monje experto en artes marciales y provisto de una especie de sabiduría preternatural.

El contexto: una ciudad con aire de leyenda de la que brota un torrente de fuego de aspecto innegablemente mágico, el Eje del Mundo, que los protagonistas de la ilustración miran con asombro; o la cubierta de un barco gigantesco que nunca toca puerto, desde la que nuestros héroes observan el horizonte con preocupación; o el ascenso por el costado del mundo hasta el Empíreo, el firmamento más allá del Arco de Urania, en un bajel que navega por sí mismo.

Aunque mi versión favorita sería ésta: Séptimo y Saulo, mano a mano, luchando con espada y cayado contra el pez de los mil ojos y las mil bocas (y, a efectos de la ilustración, ¡los mil tentáculos!, por qué no) que condujo a la desesperación y la locura al padre de Saulo, en alguna cripta lóbrega y submarina, ante la mirada multifacetada del esclavo Aguanieve. Como cubierta, una de estas ilustraciones, ayudada por la rotulación apropiada, posiblemente sería una apuesta ganadora para captar al público de la fantasía épica, que sin duda es mayor actualmente que el que compra ciencia-ficción.

Pero, ay, aquí no estoy tan seguro de que ese público, armado con los protocolos de lectura de la fantasía épica, llegara a disfrutar de esta novela: por mucho que se pregone actualmente la ruptura de los esquemas en este tipo de obras, creo que es cierto que sigue siendo un terreno mucho más delimitado que lo que se comercializa como ciencia-ficción. Lo que ha sucedido en la última década ha sido que a los dos o tres esquemas habituales se han añadido uno o dos nuevos, pero la machaconería con la que se repiten deja constancia de que sigue siendo desaconsejable subvertirlos o abandonarlos realmente. (Otra cosa es que se proclame que se hace: ése es un argumento de ventas muy corriente.)

El abrumador grado de reiteración de personajes, tramas y clichés que soporta habitualmente el lector de fantasía épica sólo tiene un par de comparaciones posibles, que se me ocurran, en el terreno de la ciencia-ficción: las series de space opera y las franquicias de juegos. Y en la fantasía épica esta reiteración se produce sin coordinación comercial alguna (al contrario que en las franquicias), por puro impulso del mercado.

(Es conmovedor leer hoy cómo los escritores estadounidenses de ciencia-ficción pensaban, hasta muy entrados los años setenta, que la fantasía épica no podía suponer una amenaza comercial para la posición de la ciencia-ficción. ¿Cómo podían los lectores preferir novelas de búsquedas, con animales parlantes y escritas en un estilo pseudoarcaico, a la innovación temática constante, la experimentación estilística y la absoluta pertinencia de los temas de la ciencia-ficción de la época? ¡Era algo tan inimaginable como que el público en general resultase preferir masivamente la fantasía escapista retro con estética a lo Flash Gordon que ofrecía Star Wars a las punzantes especulaciones de indudable actualidad de Silent Running o Soylent Green!)

Por este lado, sospecho, un ejercicio tal de "sabotaje creativo" (recordemos: ofrecer en el empaquetado un libro de menor calidad que el que el lector se encuentra en el interior) hubiese sido peor recibido que en el caso de intentarlo por el ángulo de la ciencia-ficción... aunque no dudo que unos centenares de ejemplares extra sí que podríamos haber arañado.

En este mercado que compra por impulso y donde más vale que las obras estén bien identificadas en la cubierta (yo diría que incluso caricaturescamente identificadas), ¿cuál es el sentido de publicar una novela que una mayoría de los lectores no acertarán a clasificar (como si lo necesitase, pero ésa es otra guerra) y además comercializarla con una ilustración que si bien no es ambigua (creo que es claramente fantástica), tampoco es suficientemente representativa de las expectativas de ningún grupo relevante de lectores? ¿Qué sentido puede tener buscar los resquicios de un mercado que ya es de por sí pequeño? ¿Por qué nos ponemos las cosas más difíciles, como si no fuera ya duro vender libros? Bien, esto sería tema para una entrada completa, pero señalaré aquí tres razones básicas.

En primer lugar, ningún editor debe publicar sólo lo que espera que se vaya a vender bien; también debe publicar lo que espera que le dé prestigio, o lo que pueda provocar interés o curiosidad por su editorial (por ejemplo, por parte de lectores que antes no la tenían en cuenta), o incluso lo que llame la atención de otros autores a los que desee publicar. (Esto último parecerá una extravagancia, pero es más habitual de lo que se podría creer cuando se trata personalmente con los autores: hace poco me aceptaron una oferta por, entre otras razones, haber editado a M. John Harrison.)

En segundo lugar, un editor debe reservar un espacio en su catálogo para la publicación de los libros que le producen auténtico placer, independientemente de sus perspectivas comerciales. (Puedes ser un editor, y muy bueno, si no haces esto, pero nunca serás un editor sentimental.)

Y en tercer lugar, un editor debe conservar siempre la esperanza de equivocarse en sus más negras previsiones comerciales: por mucho que pueda decirse (y yo en este blog digo a menudo) sobre las limitaciones de este o aquel mercado, sigue siendo cierto que nadie sabe exactamente por qué se vende un libro o no, y ante esta incertidumbre lo único racional es no descartar ninguna opción de antemano.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Los 25 títulos más vendidos (hasta octubre 2010)

Hace algo más de seis meses publiqué en este blog la lista histórica de los títulos más vendidos de Bibliópolis y Alamut hasta la fecha. Hoy quiero echar un vistazo a la lista equivalente, seis meses después, y ver lo que nos dice la comparación entre ambas sobre la evolución de los libros mejor vendidos.

Como en el caso anterior, se ha tomado como dato las ventas acumuladas (desde la fecha de publicación hasta el pasado mes de octubre), y para cada título se han sumado todas las ediciones existentes, sean de Alamut o Bibliópolis. No he contado, en cambio, las de Círculo de Lectores (donde por ejemplo ha aparecido una edición de la trilogía Juego de Enigmas de Patricia A. McKillip que, de ser sumada, la auparía hasta entrar en este listado).

1. El último deseo, de Andrzej Sapkowski (2002)

2. La espada del destino, de Andrzej Sapkowski (2003)

3. La sangre de los elfos, de Andrzej Sapkowski (2003)

4. Tiempo de odio, de Andrzej Sapkowski (2004)

5. Bautismo de fuego, de Andrzej Sapkowski (2005)

6. La torre de la golondrina, de Andrzej Sapkowski (2006)

7. La dama del lago 1, de Andrzej Sapkowski (2009)

8. La dama del lago 2, de Andrzej Sapkowski (2010)

9. Trilogía del Imperio, de Isaac Asimov (2007)

10. Camino sin retorno, de Andrzej Sapkowski (2007)

11. El último anillo, de Kiril Yeskov (2004)

12. Ángeles asesinos, de Michael Shaara (2006)

13. El águila en la nieve, de Wallace Breem (2008)

14. A punta de espada, de Ellen Kushner (2005)

15. Sherlock Holmes y la sabiduría de los muertos, de Rodolfo Martínez (2004)

16. Narrenturm, de Andrzej Sapkowski (2009)

17. Los ladrones de cuerpos, de Jack Finney (2002)

18. El vídeo Jesús, de Andreas Eschbach (2007)

19. La aventura de Cecilia y el dragón, de Lawrence Schimel y Sara Rojo Pérez (2005)

20. El enviado de Roma, de Wallace Breem (2009)

21. Sherlock Holmes y las huellas del poeta, de Rodolfo Martínez (2005)

22. El robot completo, de Isaac Asimov (2008)

23. Bóvedas de acero, de Isaac Asimov (2003)

24. El tapiz del vampiro, de Suzy McKee Charnas (2009)

25. Hijos de Esparta, de Nicholas Nicastro (2008)

Lo primero que llama la atención es cuánto se parece esta lista a la de hace seis meses. Apenas hay una entrada nueva, nada inesperada: la de La dama del lago 2. El resto es un mero intercambio de puestos entre títulos, según unos van sumando más ventas que otros.

Por un lado, este relativo estatismo es natural: en la anterior lista ya figuraban muchos títulos por sus ventas acumuladas a lo largo de años, y como es normal, esos mismos libros han seguido vendiéndose desde entonces. Pero por otro lado, trasluce una realidad menos agradable: que, excluyendo el último volumen de la Saga de Geralt de Rivia, ninguna de las novedades publicadas a lo largo de casi todo 2010 (a falta de ver qué tal se da la campaña de Navidad) ha salido con suficiente fuerza para entrar en la lista de los títulos más vendidos. Aunque hay que destacar también que algunos de los lanzamientos del año han sido nuevas ediciones de títulos que ya estaban en la lista, por lo que en todo caso han servido para consolidar sus posiciones (caso de Trilogía del Imperio, El águila en la nieve o Camino sin retorno).

Las conclusiones no son muy halagüeñas. Sí, los libros de buenas ventas continuas las siguen teniendo, y sí, los relanzamientos de títulos agotados encuentran su público. Pero el catálogo de Bibliópolis y Alamut no dispone de tantos títulos que entren en estas categorías, y durante 2010 se han reeditado ya muchos de ellos (a los citados anteriormente hay que añadir las ediciones coleccionista de la Saga de Geralt de Rivia); no se puede mantener la actividad editorial indefinidamente sólo a base de reediciones. 2010 ha sido un año cuajado de ellas, pero es una opción conservadora que no debería ser la norma.

Mientras tanto, las novedades obtienen distribuciones cada vez más limitadas (como se pone de manifiesto por la inexistencia de "falsos mejores vendidos" en la lista: libros tan bien colocados que den la impresión momentánea de venderse bien, aunque luego sufran devoluciones que los saquen de la lista), y entre los títulos que llevan un tiempo a la venta no hay ninguno que logre todavía el "milagro lento" de entrar en esta lista.

La situación invitaría a limitar el número de novedades en 2011 y, ya que no pueden ser sustituidas por reediciones con la misma facilidad que en 2010, limitar también el número total de títulos publicados el año que viene. Pero, ¿será eso lo que haremos? Para saberlo, permaneced atentos a este espacio.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Novedad: Lucky Starr 1, de Isaac Asimov


Ayer se puso a la venta Lucky Starr 1, el primero de los dos volúmenes en que recopilaremos las seis novelas de Isaac Asimov protagonizadas por Lucky Starr. Aquí tenéis la presentación de este título en el blog, y aquí la ficha completa.

martes, 16 de noviembre de 2010

Kapuscinski. Una biografía literaria, en EFE

Entre otros muchos medios, La Vanguardia se hizo eco de la estupenda nota que dedicó la Agencia EFE a Kapuscinski. Una biografía literaria de Nowacka y Ziatek:

Kapucinski. Una biografía literaria

lunes, 15 de noviembre de 2010

Perfil de Sapkowski en Qué Leer

Ya está online el perfil que Ricard Ruiz le dedicó a Andrzej Sapkowski en el número de Qué Leer de septiembre:

Andrzej Sapkowski

No sólo es una entrevista muy divertida, sino que además contiene algún detalle en primicia que creo que interesará mucho a los lectores.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Reseñas de El tapiz del vampiro, de Suzy McKee Charnas

Han aparecido sendas reseñas de El tapiz del vampiro de Suzy McKee Charnas en Literatura Fantástica y Tor.com:

Literatura Fantástica

Tor.com (en inglés)

Recojo esta segunda reseña en inglés, a pesar de que habitualmente no doy cuenta de la aparición de comentarios en otros idiomas, porque me ha llamado la atención que destaca precisamente los aspectos de esta novela que me gustaron mucho cuando la leí por primera vez, y que están igualmente subrayados en la excelente reseña de Mariano Villarreal.

El vampiro Weyland es una criatura más natural que sobrenatural, y la explicación del vampirismo que ofrece la autora es perfectamente racional. Inicialmente, Weyland es una suerte de espejo en el que se reflejan los diferentes personajes que entran en contacto con él (y que, contrariamente a lo que esperaríamos, no son siempre víctimas), descritos con una profundidad psicológica que rara vez se encuentra en el fantástico comercial. Pero además, sufre un proceso de humanización progresiva que resulta potencialmente letal para su posición de depredador del ganado humano: la empatía hacia sus presas es esencial para mimetizarse con ellas, pero a la larga resultaría en su destrucción.

En esencia, El tapiz del vampiro es un libro fundamentalmente ajeno al sentimentalismo que domina el subgénero vampírico, aunque profundamente romántico en el sentido propio de la palabra: ¿quién más aislado como individuo singular que Weyland, quién más en contacto con las fuerzas motoras de su propia naturaleza? No soy el monstruo que cae víctima de sus sentimientos humanos, dice Weyland; soy el monstruo que perdura. Por eso el final de esta novela es tan perfecto y definitivo, y por eso el vampiro Weyland permanece en nuestra memoria mucho después de cerrar el libro.

martes, 9 de noviembre de 2010

Novedad: Las cenizas de Ovidio, de David Wishart


Hoy se pone oficialmente a la venta Las cenizas de Ovidio de David Wishart. Y digo "oficialmente" porque este título ha sufrido algunos retrasos en imprenta que han motivado una entrega muy tardía en la distribuidora, de resultas de la cual probablemente hasta dentro de unos días no esté en todos los puntos de venta habituales.

Aquí tenéis la ficha completa y aquí la presentación que hice de este título en Artifex Plus.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Reseña de Las fuentes del paraíso, de Arthur C. Clarke

Ha aparecido en Fantasymundo la siguiente reseña de Las fuentes del paraíso de Arthur C. Clarke:

Las fuentes del paraíso

Cuando la pasada primavera recuperé este clásico de Clarke, ganador de los premios Hugo y Nebula, con una nueva traducción de Carlos Gardini, lo hice movido por la extrañeza de que llevase descatalogado más de veinte años (la anterior edición de la que tengo constancia es de 1989). Por alguna razón, es una novela que no goza de buena fama entre los aficionados, y yo mismo no la leí hasta que, movido por la curiosidad, me dispuse a averiguar dónde estaba el problema.

Imaginaos mi sorpresa cuando vi que no había problema: Las fuentes del paraíso es, sencillamente, una de las mejores novelas de Clarke. A veces pasa que los aficionados le cogen manía a una obra, y se difunde una opinión que no tiene mucho que ver con su contenido; esto es una consecuencia indeseable de la forma en que se transmite la información en el fandom: los aficionados buscan etiquetar rápidamente cada título, leído o no, para mapear un territorio lo más extenso posible del género y construir así una visión aproximada del conjunto que permita enjuiciar las nuevas aportaciones. Por el camino, no sólo se pierden matices, sino que en ocasiones se forjan erudiciones que tienen poco que ver con la lectura y mucho con la recopilación de datos. Lo sé bien, porque yo peco de ello: todavía hoy me sorprendo en algún prejuicio muy arraigado hacia algún autor u obra, y cuando lo examino, me doy cuenta de que no proviene de mi experiencia personal, sino de la formación del acervo sobre el género por acreción de opiniones.

En cuanto a Las fuentes del paraíso, cuando por fin emprendí su lectura me di cuenta de que era una obra admirable. Es relativamente corta y, al contrario que en otras novelas de Clarke manifiestamente menores (pienso en El martillo de Dios, por ejemplo), no hay ni rastro del añadido de materiales sólo indirectamente relacionados con la trama tan habitual en cierta época del autor. En Las fuentes del paraíso no sobra nada; todos los elementos están al servicio de la narración de la construcción del ascensor espacial, entendida en un triple sentido: como un acto de ingeniería plausible, como una hazaña heroica de una personalidad de ambición imparable, y como la puerta de la humanidad a las estrellas.

En contra de esta apreciación, se ha señalado alguna vez que la aparición en la novela de una sonda extraterrestre constituye un elemento ajeno a la narración principal, que consiste en la superación de los obstáculos de todo tipo que surgen al erigir el ascensor. Quienes han opinado así no se han percatado de que el ascensor es también un puente, y para que un puente tenga sentido, debe haber algo al otro lado, un objetivo que alcanzar: la sonda alienígena, que demuestra la existencia de inteligencia extraterrestre, aporta ese otro lado del puente, ese objetivo alcanzable a través del ascensor. Clarke remacha este argumento en el epílogo de la novela, quizá de forma innecesariamente obvia; pero, ¿quién puede culparle por temer que los lectores no pillasen su argumento, como así ha sido? De la misma forma, la preciosa historia cuasimitológica del rey Kalidasa y las fuentes del paraíso que dan título a la novela (basada en la tradición de Sri Lanka) podría entenderse, equivocadamente, como un añadido superfluo, cuando constituye nada menos que el cimiento de este lado del puente: la humanidad siempre ha querido alcanzar las estrellas, dice Clarke, por los medios a su alcance en cada momento; la epopeya del ingeniero Morgan sólo es la plasmación moderna y realizable de este viejo deseo.

Así es cómo, a través del puente que es el ascensor espacial, las aspiraciones humanas que han forjado la historia sobre este planeta encuentran su realización en el contacto con otras inteligencias y la salida de la humanidad al espacio. Una imagen grandiosa, una estructura novelesca perfecta de enormes resonancias, y todo ello en un texto compacto que va directamente al grano: con toda justicia, una obra maestra.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Peter Watts y Eduardo Vaquerizo, distinguidos en los premios Xatafi-Cyberdark



Visión ciega de Peter Watts (Bibliópolis) y La última noche de Hipatia de Eduardo Vaquerizo (Alamut) han resultado galardonadas en las categorías de mejor obra extranjera y mejor obra española de la quinta edición de los premios Xatafi-Cyberdark de la crítica de literatura fantástica.

La Hipatia de Vaquerizo ya obtuvo el premio Ignotus de la AEFCFT en la misma categoría, y además resultó finalista del premio Celsius de la Semana Negra, lo que en conjunto la confirma como la novela fantástica española del año.

Visión ciega de Watts ha sido previamente finalista del Ignotus. El premio Xatafi-Cyberdark supone un espaldarazo para una novela rompedora, incómoda y desafiante que, en palabras de la crítica, es "de las que dan buen nombre al género".

Entre los finalistas de esta edición se encuentra también El corcel de Carol Emshwiller (Bibliópolis), que con ocasión de su publicación original en Estados Unidos obtuvo el premio Philip K. Dick.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Novedades: Tiempo de odio y Bautismo de fuego (edición coleccionista), de Andrzej Sapkowski



Ayer se pusieron a la venta las ediciones coleccionista de Tiempo de odio y Bautismo de fuego, cuarta y quinta entregas de la Saga de Geralt de Rivia de Andrzej Sapkowski.

En esta entrada tenéis la presentación que les dediqué en este blog, aquí la ficha completa de Tiempo de odio (edición coleccionista) y aquí la de Bautismo de fuego (edición coleccionista).

martes, 2 de noviembre de 2010

Novedad: Kapuscinski. Una biografía literaria, de Beata Nowacka y Zygmunt Ziatek


Hoy se ha puesto a la venta Kapuscinski. Una biografía literaria, de Beata Nowacka y Zygmunt Ziatek, en nuestro sello Malabares. Aquí tenéis la presentación de este título en Artifex Plus, y aquí un fragmento de la introducción de José María Faraldo.