jueves, 25 de octubre de 2012

Reseña de Zendegi, de Greg Egan

Se ha publicado recientemente la siguiente reseña de Zendegi , de Greg Egan, en su edición en inglés:

La Biblioteca de Ilium

De ella destaco el siguiente párrafo: "El punto fuerte de Greg Egan siempre ha sido su capacidad para integrar en sus historias las descripciones y explicaciones tecnológicas más complejas sin perder por eso la capacidad de seducción o, incluso, la belleza de sus textos. Es un escritor inimitable cuando se trata de desafiar o estimular al intelecto dando vida a las teorías científicas más complicadas. Egan siempre se ha esforzado, en muchas ocasiones con éxito, en ilustrar el impacto de la ciencia y la tecnología sobre nuestra percepción de la realidad y, en definitiva, sobre nuestra conciencia. En esta novela, situada en un futuro mucho más próximo de lo que es habitual en su autor, el conficto fundamental es el del padre que sabe que su fecha de caducidad está próxima y decide construir para su hijo (ya huérfano de madre) una especie de ángel guardián tecnológico, basado en la personalidad paterna, que le sirva de apoyo durante los años que le quedan hasta llegar a la edad adulta. La situación de la historia en el futuro cercano de un país como Irán es un recurso dirigido, sin duda, al lector occidental, al que aporta una distancia cultural adicional sobre la que reflexionar acerca de las implicaciones más espirituales de la tecnología propuesta por Egan en la novela".

martes, 16 de octubre de 2012

Novedad de octubre 2012

Ésta es la novedad de Alamut prevista para el mes de octubre:

Lucky Starr 2, de Isaac Asimov (Alamut Serie Fantástica nº 51)

Tras la publicación de Lucky Starr 1, que recogía las tres primeras novelas de Isaac Asimov dedicadas a las aventuras de este personaje, culminamos con Lucky Starr 2 la edición de la serie completa: este volumen recoge los títulos Lucky Starr y el gran sol de Mercurio, Lucky Starr y las lunas de Júpiter y Lucky Starr y los anillos de Saturno. Merece la pena destacar de estos libros la atractiva combinación de precisión científica (por ejemplo, en la descripción de los movimientos orbitales) con una imagen del sistema solar entrañablemente anticuada. Pero lo que resultará más sorprendente para los lectores de Asimov que desconozcan estas novelas son las magníficas recreaciones que realiza el autor de escenas astronómicas que nadie había podido ver en la época de la escritura de estos textos: por ejemplo, la alineación de Júpiter, sus lunas y el Sol, descrita con un sentido de la maravilla y un lirismo que anticipa en muchos años la plasmación de esa imagen en 2001: una odisea del espacio. De interés también para los seguidores de la obra asimoviana es comprobar cómo esta serie, concebida inicialmente aparte de sus novelas de robots, se va tiñendo de elementos familiares, como los robots positrónicos, los cincuenta mundos exteriores o el racismo de los nacidos en el espacio. Traduce Manuel de los Reyes.

Nota: por un pequeño retraso de producción, este libro previsto para octubre se pondrá a la venta el 2 de noviembre.

jueves, 11 de octubre de 2012

Habla el traductor: Zendegi, de Greg Egan

En una nueva entrega de la ya habitual sección de Artifex Plus en que los traductores nos cuentan los entresijos de su trabajo, hoy os traigo un texto de Carlos Pavón sobre algunos aspectos de su traducción de Zendegi, de Greg Egan.

Podéis encontrar las entregas anteriores de esta sección en los siguientes enlaces:

Manuel de los Reyes habla de Sólo el acero (aquí)

Carlos Gardini habla de Shadowmarch. La frontera de las sombras (aquí)

Manuel de los Reyes habla de Trilogía de Fundación (aquí)

* * *

Breve apunte sobre la traducción de Zendegi

Traducir ciencia-ficción dura, también llamada hard, tiene sus inconvenientes y sus ventajas, pero es una tarea relativamente sencilla; sólo hace falta tener cierto interés por los temas que aborde y sentir cierta fascinación por el devenir tecnológico de esos seres que llamamos humanos. También hace falta paciencia, a montones. Obviamente la del traductor, pero sobre todo la de los expertos en las respectivas especialidades, algunos de ellos dispuestos a aguantar tus preguntas y a aclararte tus dudas con una paciencia que ya hubiese querido para sí Steve Jobs.

Nadie en su sano juicio se atrevería a negar que Greg Egan es un autor de los llamados hard, probablemente el autor más hard que haya existido en la historia del género (debe de estar ahí en el podio acompañado por Hal Clemens y Robert L. Forward), pero aunque duro, el de Perth tiene otras muchas facetas. Valga como ejemplo Zendegi, la novela que me sirve de pretexto para hablar someramente de mi labor como traidor semántico.

Dentro de la producción del australiano, Zendegi es una de esas novelas engañosamente menores, aparentemente blandas, pero que en el fondo ejemplifican a la perfección sus preocupaciones y en las que se puede apreciar mejor la voz de un autor que a decir de algunos* carece de voz. Es en estas narraciones en las que el tono y la cadencia propia de las frases, el armazón que erige el universo ficticio, cobra si cabe mayor relevancia, y en las que cualquier detalle, por nimio que parezca, contribuye en no poca medida a crear la sensación de inmersión en ese universo creado por el autor. Es sobre uno de esos detalles, sobre una de esas nimiedades, sobre lo que me dispongo a hablar.

Cualquier lector familiarizado con la obra de Egan habrá podido comprobar que muchos de sus personajes, ciertamente los que viven en futuros cercanos o relativamente poco profundos, manejan las así llamadas (en traducción) "agendas" (notepads en el original). Las "agendas", preferentemente electrónicas, son (me las imagino, porque no recuerdo que se describan) ordenadores portátiles más pequeños que los ordenadores portátiles, lo que en 2012 llamaríamos notebooks (que no traducimos por "cuadernos"). Diría que estas "agendas", que aparecen ya en su segunda novela, Ciudad Permutación, y son ubicuas en El Instante Aleph y en muchos de sus relatos, son todavía más pequeñas que un notebook, o más bien que es el término paraguas que usa Egan para referirse a cualquier dispositivo electrónico portátil que permite almacenar datos y visualizarlos mediante una pantalla.

En el mundo de Zendegi, que arranca en el Irán de 1931 (según el calendario persa; nuestro 2012 d.C.), y nos lleva hasta casi un par de décadas después, aparecen, como no podía ser menos, esos notepads, pero a poco que uno se fije en cómo los usan los personajes, queda bastante claro que son unos aparatos que se operan pulsando directamente una pantalla con los dedos. "Es táctil, tiene pantalla y no te cabe en el bolsillo, ¿qué es?" "Una tableta", responderían muchos lectores de principios del siglo XXI.

Llegado a este punto, y después de constatar este hecho, algo en apariencia tan sencillo, tan trivial, algo que cualquier lector contemporáneo encontraría de lo más natural, se me presentaba como un dilema: ¿debía respetar la nomenclatura propia del autor, ser fiel a esa "marca de la casa", o debía dejarme arrastrar por la marea léxica del presente? ¿Ceñirme al texto original (al fin y al cabo Egan podría haber usado el término tablet), o llamar castizamente a las cosas por su nombre? O sea, tableta. ¡Pero si hasta el DRAE tiene previsto añadir la correspondiente acepción!

4. f. Dispositivo electrónico portátil con pantalla táctil y con múltiples prestaciones.

Para mí, que ya voy tirando para viejo, las tabletas siempre habían sido de chocolate, y admito que me cuesta incorporar estos vocablos que se acuñan a veces con prisa, a veces a destiempo, y nunca al gusto de nadie. Pero podría pensarse que el caso concreto de tablet es bastante sencillo y que su trasvase resulta totalmente natural, así que, aunque por un lado de algún modo estaría traicionando el espíritu del universo eganiano, y hasta cierto punto enmendándole la plana al autor, por el otro no podía negar el hecho de que en realidad lo más natural sería usar el término acuñado.

Meditaba yo sobre cómo la marea léxica del ahora sube desde el otro lado del Atlántico, cómo baja, vuelve a subir, vuelve a bajar, y por el camino, en la playa en la que se dan la mano pasado, presente y futuro, van quedando esos horrores del idioma coagulado: el afamado "cederrón", el infrecuente "cibercorreo", el impepinable "bluyín". Dilema, dilema, dilema, meditaba yo.

Contemplando esa playa salpicada de voces quiméricas, hice balance y llegué a la conclusión de que: 1) el autor bien podría haber usado el término tablet y que si no lo había hecho sería por algo, 2) no sólo estaría siendo coherente con el resto de las traducciones existentes, estaría contribuyendo a mantener el imaginario del autor, una de sus señas de identidad (insignificante, pero no por ello menos importante) y 3) no me quitaba de encima ese regusto a chocolate. Después de mucho tribular, la decisión estaba tomada: por muy táctiles que fueran, las "agendas" seguirían llamándose "agendas".

No quiero dejar pasar la oportunidad que me brinda esta sección para comentar el título de la novela.

Como lector, no suelo ser consciente del título de un libro mientras lo estoy leyendo; precisamente por ser lo primero que me llega, suelo relegarlo de forma automática, subconsciente, a un segundo plano. Estoy seguro de que debí de buscar qué significaba zendegi mientras leía por primera vez la novela en algún momento de 2010, pero debido a esta (mala) costumbre mía, no tuve muy presente su significado durante la lectura. Fue sólo algún tiempo después cuando pensé en ello, y tenerlo presente me permitió profundizar en algunos aspectos del libro que hasta ese momento se me habían pasado por alto.

Salvo en su capítulo inicial, Zendegi se desarrolla en su totalidad en Irán, y en ella son abundantes los vocablos y las frases en persa. Zendegi no es otra cosa que el nombre de uno de los sistemas de realidad virtual más importantes en la región de Oriente Medio/Asia Occidental. El nombre completo del sistema es Zendegi-ye-Behtar, que vendría a significar algo así como "una vida mejor". Zendegi a secas significa "vida".

*Son numerosos los lectores que confunden "estilo" con "amaneramiento".

jueves, 4 de octubre de 2012

Nueva reseña de Narrenturm, de Andrzej Sapkowski

Hace unos días ha aparecido una nueva reseña de Narrenturm de Andrzej Sapkowski (cuya segunda parte, Los guerreros de Dios, ya está a la venta):

Con un Vaso de Whisky

De ella destaco el siguiente párrafo: "Ésta es una novela que tiene lugar en nuestro mundo, en nuestra Historia. No es una tierra ajena, o fantástica. Pero Sapkowski no escribe una novela histórica, ni mucho menos una novela realista. Hay fuerzas ocultas, criaturas que se agazapan en el bosque, hay ciencia y hay superstición, sí, pero también hay magia y fuerzas que desconocemos. Todo ello usado con gran maestría, con cuidado al principio, hasta que vemos a las claras que en esta Baja Edad Media hay auténtica hechicería, mucha menos de la que creen los parroquianos de las tabernas, mucha más de la que creen los sabios".

En Artifex Plus podéis encontrar enlazadas tres reseñas anteriores en ésta, ésta y esta otra entrada.